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Boletín 15 Diciembre 2005 de la
FEDERACION MEDICA COLOMBIANA
Miembro de la Asociación Médica Mundial-AMM
The World Medical association
En este número:
1. Editorial de "El Mundo" de Medellin. Palabras de un enemigo visceral de los médicos.
2.
Respuesta Inmediata. Carta del Dr. German E. Reyes Forero Fiscal de Asmedas Antioquia
3.
Respuesta del Presidente de la FMC. Carta del Dr. Sergio Isaza, Presidente de la FMC

1. Editorial de "El Mundo" de Medellín
PALABRAS DE UN ENEMIGO VISCERAL DEL
CUERPO MEDICO COLOMBIANO

Los médicos y la Ley 100

En momentos en que los colombianos conmemoramos los once años de la Ley 100 y en que el Gobierno y el Congreso hacen esfuerzos para corregir las fallas y consolidar los avances de la más importante reforma del sistema de Salud y Seguridad Social en toda la historia del país, se nos amenaza dizque con una huelga nacional de médicos si el neófito sindicato denominado Federación Médica Colombiana no obtiene respuestas satisfactorias a sus demandas.

La noticia, con ribetes sensacionalistas, fue publicada el pasado 8 de diciembre por El Tiempo con el título: "57.000 médicos se agremian y le dan un ultimátum al Gobierno". Según el reportero "El deterioro de las condiciones sanitarias del país, el resurgimiento de males como tuberculosis y fiebre amarilla, el cierre de hospitales y la mala atención a los pacientes llevaron a los médicos colombianos a agremiarse y a exigir soluciones al Gobierno". Que sepamos, no es la primera vez que los galenos se agremian, pues es bastante conocida la Asociación Médica Sindical, Asmedas, con seccionales en todo el país y con una tradición de participación en movimientos huelguísticos, junto a otros sindicatos de la salud, que en su momento censuramos porque, a nuestro juicio, quienes ejercen las llamadas profesiones liberales no tienen derecho a sindicalizarse, pues pertenecen a una elite de la sociedad y el sindicato es por esencia "la unión de los débiles". En eso es sabia la Constitución del 91, cuando señala en el Artículo 26 que "las profesiones legalmente reconocidas pueden organizarse en Colegios", haciendo una clara diferencia con el derecho de los trabajadores (Art. 39) a "constituir sindicatos o asociaciones sin intervención del Estado".

Nos parece que ya fueron suficientes las malas experiencias con el sindicato de Asmedas para que ahora le surja un competidor que proclama, con ínfulas de gran redentor de los débiles, que tiene a 57 mil cruzados "dispuestos a conminar al Estado a que los escuche y plantee soluciones a la situación caótica del sistema de salud". Según la amenaza proferida por Sergio Isaza, presidente de la FMC, se proponen generar un movimiento social del que harán parte los pacientes: "La idea es que conozcan el trasfondo de la situación y trabajen con nosotros en la transformación del sector... Nos hemos comprometido a desarrollar condiciones de poder y fortaleza médica para lograrlo e incluso ir a cese de actividades hasta que la salud en este país se preste en condiciones de equidad y con calidad". Luego dice que, apoyados en ese movimiento, "impulsarán un acto legislativo que desemboque en la consagración de la salud como derecho fundamental dentro de la Constitución". Al doctor Isaza le recomendamos que no "bote corriente", arriesgando a "quemarse" como novel dirigente sindical, abanderando "conquistas" ampliamente consagradas en la Constitución del 91, artículos 48, 49 y 50.

Más que la suerte de los pacientes, a los señores de la FMC, como a sus colegas de Asmedas, les preocupa el supuesto deterioro de las condiciones laborales de los médicos a partir de la vigencia de la Ley 100, porque, según ellos, antes de la reforma el Estado subsidiaba la oferta, es decir, asignaba presupuesto anual a los hospitales para atención de pacientes y pago de nómina de médicos generales y especialistas, lo que les garantizaba estabilidad laboral – léase jugosos sueldos, amén de otras prebendas obtenidas mediante presión sindical o contubernio con administraciones venales – y además, dizque "la atención personalizada al usuario", que es el caballito de batalla de su pretendida solidaridad con los pacientes.

En ese predicamento se soslaya, sin embargo, que antes de la Ley 100 la cobertura era sólo del 22% de la población y hoy alcanza al 54%, sin que por ello nos declaremos satisfechos, pues obviamente estamos muy lejos de la meta "salud para todos en el año 2000", trazada por el malogrado ministro y cogestor de la criatura – el otro es el entonces senador y hoy presidente de la República –. Sin embargo, confiamos en que la reforma a la Ley 100, que avanza en el Congreso, corregirá muchas fallas y sobre todo, garantizará una adecuada financiación de los hospitales, de modo que pueda ser realidad que la salud llegue a por lo menos 22 millones de pobres a partir del 2006.

Médicos y pacientes debemos ser conscientes de que el retraso en esa materia se cuenta por décadas y que, según cálculos oficiales, para un funcionamiento satisfactorio del sistema de seguridad en salud se requieren 3,8 billones de pesos, sin incluir el saneamiento hospitalario que cuesta otros 2 billones. Esa inmensa cantidad de recursos no se obtiene de la noche a la mañana en un país en crisis y obligado a destinar ingentes recursos a la búsqueda de la paz, y menos con paros médicos que no harían sino agravar la situación de los más necesitados. Mejor papel harían estos profesionales si contribuyen desde adentro a denunciar la corrupción y la ineficiencia en las entidades hospitalarias y colaboran en su reestructuración a fondo, que es la condición que les ha puesto el Gobierno para girar nuevos recursos.

2. RESPUESTA INMEDIATA

Es francamente irritante y provocador el editorial publicado por ustedes sobre las organizaciones que legítimamente los médicos colombianos han creado. Irradian usando el poder editorial y de medios, un franco odio contra los médicos, sus organizaciones y los intereses de los usuarios de los servicios de salud. Es lamentable que un periódico que se dice ser y representar el pensamiento “liberal” use su poder para denigrar de un gremio que como el médico lo ha puesto todo, en contra de una ley mercantilista que solo ha enriquecido a los intermediarios financieros y de los cuales ustedes reciben paga publicitaria y que quizás por ello, obedeciendo a sus intereses, es que destilan tanto odio contra el gremio médico y sus organizaciones opuestas al interés mercantilista de las EPS, esas también agrupadas en sindicatos como el antioqueño, y del cual hace parte entre otras: SUSALUD. Es evidente que ustedes defienden a los Sindicatos, pero de empresarios, mas no de trabajadores y que los médicos como tales, profesionales, nos declaramos sin pena; trabajadores con derechos de asociación, que ustedes con el tufo de un supuesto liberalismo de alcoba, quieren negar.

Solicito, en mi calidad de Fiscal de Asmedas Antioquia y miembro de la Junta Directiva Nacional, en ejercicio del derecho a la réplica, un espacio en su periódico, y en igualdad de condiciones de espacio y lugar.

Con el respeto que ustedes se niegan a procurarnos,

German Enrique Reyes Forero

Fiscal Asmedas Antioquia.

Cédula 8.301533 de Medellín

3. Carta del Dr. Sergio Isaza Villa, Presidente de la FMC

Sobre la Federación Médica Colombiana 

Cuando un editorial del periódico “El Mundo” presenta a la Federación Médica Colombiana (FMC) como sindicato neófito, es porque ignora la historia de la medicina en Colombia. Y esto en sí no es reprochable, pues no es obligación conocerla. Lo que sí llama la atención es que el editorialista que carece de ese tipo de información, no busque llenar su vacío antes de pronunciarse. Es frecuente ver que tal conducta obedece a mentes prejuiciosas y no a inteligencias abiertas. Lo mas grave es que bajo el prejuicio se descalifique y condene, aprovechando posiciones de poder como es una columna editorial en un diario que influye en la formación de opinión regional, contraviniendo una de las normas éticas de la profesión periodística, cual es la de informar preservando la objetividad.

Decía ignorancia, porque la FMC es una institución científico-gremial que tiene 70 años de haber sido fundada y ha participado activamente en el desarrollo de diversas políticas en salud acogidas por el Estado colombiano. Entre muchas, ni mas ni menos que la creación del Ministerio Nacional de Higiene en reemplazo de la Dirección Nacional de Higiene; la ley 23 de 1981 o Ley de Etica Médica y el artículo 26 de la Constitución Política de Colombia, todas iniciativas de la Federación; además, la FMC es asesora del gobierno nacional y por ello ocupa un escaño como Asesor Permanente en el Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud. Esto, para mostrar solo algunos ejemplos de sus actividades, pues también la FMC participó en la creación de la Asociación Médica Mundial, luego de la Segunda Guerra Mundial, la cual hizo parte del equipo redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de los Protocolos de Ginebra, marco fundamental del Derecho Internacional Humanitario, suscritos por el Estado colombiano.

Hasta antes del 4 de diciembre pasado, la Federación Médica Colombiana estaba constituida en su mayoría por los Colegios Médicos Departamentales y otras Sociedades Médicas y Científicas; pero desde esa fecha, todas las organizaciones médicas del país, de carácter científico, gremial y sindical, incluida ASMEDAS, decidimos unirnos en torno a ella, con excepción de la Academia Nacional de Medicina, pues su reglamento se lo impide, pero nos acompaña en este proceso y es invitada a las reuniones directivas.

El proceso de unidad se aceleró por los efectos negativos de la ley 100 sobre la salud de los colombianos, el incumplimiento en la cobertura a pesar de que el producto interno bruto nacional dedicado a salud pasó del 4% en 1993 al 11% en el momento actual, según cifras gubernamentales, y por la amenaza real de la pérdida para el país de todo un patrimonio formado por la infraestructura médica y sanitaria y el conocimiento médico profesional.

Porque, pese a que el aseguramiento en salud, léase intermediación, es uno de los cuatro grandes mejores negocios existentes actualmente en Colombia, según las cifras arrojadas cada año por las revistas Semana y Dinero, el 75% de las tutelas causadas por inatención a enfermos, corresponden a eventos contemplados en el Plan Obligatorio de Salud (POS), según informe de la Defensoría del Pueblo.

Por el hecho de que las empresas intermediadoras son las principales corruptoras de médicos, pues cuando los contratan les ofrecen pagos crecientes si “atienden” (yo digo: si registran en sus estadísticas) mas “usuarios” en menos tiempo del contemplado en la ley, les solicitan menos exámenes de ayudas diagnósticas y menos interconsultas a especialistas. El cumplimiento de estas acciones por parte del médico se premia con dinero. Pero si dichas exigencias son incumplidas, se le castiga con la cancelación o no renovación del contrato. Tal vez muchos oyentes colombianos escucharon en días pasados cómo un programa radial corroboró tales prácticas cuando uno de sus periodistas se hizo pasar por médico al responder un aviso clasificado aparecido en un periódico de circulación nacional, en el cual se ofrecía trabajo para médicos.

La unidad médica es un hecho porque los médicos carecemos de estabilidad laboral, pues la contratación actual eliminó la relación patronal y, vaya paradoja, no tenemos seguridad social, siendo quienes portamos y aplicamos el conocimiento para que el sistema funcione.

Porque las empresas intermediadoras realizan prácticas de desarrollo monopólico para acrecentar sus ganancias, en desmedro de la calidad de la salud, mediante la evasión de impuestos y la pésima remuneración económica del trabajo médico y de los demás profesionales y trabajadores del sector.

Estuvimos presentes en el debate de reforma de la ley 100 de 1993 y lanzamos propuestas positivas, presentando soluciones al problema. Sin embargo, estas fueron asimiladas en el proyecto de ley 052 que, en últimas, fortalece el negocio. Y es factible el fortalecimiento de la salud como negocio puesto que la Constitución Política de Colombia no la contempla en ninguno de sus artículos como un derecho fundamental. En vez de ello, se refiere sí al derecho al aseguramiento, derecho al que solamente pueden acceder quienes lo pueden pagar, y reduce la Salud Pública al limitado concepto de Saneamiento Ambiental. Quien quiera corroborar lo anterior, sólo debe consultar la fuente, que no es otra que la mismísima carta magna.

Es por estas razones por las que proponemos una reforma constitucional en lo atinente a salud. Y porque hemos aprendido que, debiendo ser la salud un derecho fundamental de toda la sociedad, no lograremos ese derecho sin la participación de la mayoría de la población, que nos acompañe activamente y diga qué deben contener las leyes que lo garanticen.

Ahora bien. Una cosa es discrepar en criterios y puntos de vista, pero otra es la mala intención y la diatriba mentirosa como ocurre con la pluma del editorialista de El Mundo cuando invita al lector a que lea la estabilidad laboral a que tenemos derecho todos los colombianos como “jugosos sueldos” o “prebendas obtenidas mediante presión sindical o contubernio con administraciones venales”; pero, no contento con expresar su postura negadora de los derechos laborales y privilegiadora de las diferencias sociales (¿será que se cree de altísima cuna y por eso está convencido de que sólo las personas de su presunto linaje son las únicas que pueden aspirar a un justo reconocimiento económico por su ejercicio profesional?) pretende desvirtuar la esencia del acto médico, cual es la confianza que debe acompañar siempre a la relación médico-paciente. El editorial de El Mundo, mas que una posición crítica razonada, expresa resentimiento apasionado, amén de ignorancia, imposible de esconder, cuando describe la situación de cobertura antes y después de la ley 100 de 1993 (como si fuera lo mismo portar un carné que acceder a los servicios), y limitación de criterio cuando, en su interpretación de nuestras propuestas, restringe su verbo descortés a la actitud contestataria queriendo minimizar la magnitud del problema de la salud en Colombia, tal vez porque pueda ser que quien lo escribe desconoce el concepto de salud.

Pues sí, señor editorialista de El Mundo. Los médicos colombianos estamos construyendo nuestro proyecto, mas aliados con nuestros pacientes de lo que Usted cree. Hemos hecho aportes para mejorar el POS o evitar su desmejoramiento; hemos participado en discusiones y acciones para tratar de evitar el cierre de hospitales o recuperar los que ha perdido la población que los necesita; estamos permanentemente atentos al mejoramiento de la educación médica continua durante el ejercicio profesional y muchas otras acciones de interés nacional que su rabia le impide imaginar o indagar.

Nuestra solidaridad con los pacientes no es “pretendida” como usted lo cree y escribe. Es real, es la rezón de ser, es el imperativo ético y el origen de la profesión médica. Eso es, en últimas, lo que vamos a rescatar en conjunto con los enfermos y con quienes tengan o adquieran clara conciencia de que el Estado debe ser garante de la salud y que, por lo tanto, esta debe ser un Derecho Fundamental en Colombia, consagrado expresamente como tal en nuestra Constitución Política.

Lo invito a la reflexión y a la sana discusión, a que nos conozcamos sin prejuicios y conversemos, a que debatamos en paz con las armas de la razón. A nosotros y en particular a mí, no nos gusta “botar corriente”. Eso es un desperdicio.

Atentamente,

SERGIO ISAZA VILLA, M. D.

Presidente FMC

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