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Artículo publicado en la revista The Lancet, Vol.
373, 31 de enero de 2009
Los acuerdos de comercio y la salud
en los países en
desarrollo
Por Joseph E. Stiglitz
Economista de Columbia University,
Nueva York y Premio Nobel de economía 2001
Traducción de
Enrique Góngora Padilla para
Mirada Latina
www.egongora.blogspot.com - www.miradalatina.org
- Ver
copia de reserva
Los políticos atribuyen al libre comercio el mérito de
haber traído una era de alto crecimiento estable, aunque las
evidencias que apoyan tal reclamo son de signo ambiguo. Los
estudios que vinculan el incremento del comercio al aumento del
producto interno bruto suelen dejar interrogantes en cuanto a
este supuesto efecto causal: un mayor volumen comercial suele
ser el corolario de un crecimiento alto, por ejemplo, como
resultado de políticas industriales firmes. Los picos de
crecimiento de China e India ocurrieron antes de su
liberalización comercial. Según un estudio del PNUD, existe
muy poca relación entre la liberalización comercial y el
crecimiento.(1)
Pero la liberalización comercial está asociada con las
desigualdades crecientes en la mayoría de países del mundo (si
bien existen además otros factores que contribuyen a ello).
Esto es especialmente evidente cuando se trata de la
liberalización de los mercados financieros y del capital, en
los que la liberalización comercial ha creado una inestabilidad
sin precedentes. Además, la liberalización comercial ha
sustraído unos ingresos muy necesarios a los países en
desarrollo que tienen una fuerte dependencia de los aranceles
aduaneros. Cuando la pobreza y el estrés social se agudizan en
combinación con una reducción en la inversión pública, se
produce indefectiblemente una merma de las condiciones
sanitarias. En estos casos, incluso un episodio relativamente
corto de desnutrición ocasionado por un serio revés
económico, como el ocurrido en la crisis financiera global de
1997-98, puede tener consecuencias perdurables.(2)
Aun así, las consecuencias más adversas para la salud
derivan de las disposiciones contenidas en los acuerdos comerciales
diseñados para restringir el acceso a los medicamentos genéricos. Ello incluye las disposiciones
de los ADPIC (Aspectos de la Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio)
formuladas en el Acuerdo de la Ronda Uruguay de 1994 y las disposiciones relativas a la
exclusividad de datos que se han convertido en un componente habitual de los acuerdos
comerciales bilaterales que se celebran con la Unión Europea3 y
los EE UU.(4)
El problema fundamental con el sistema de propiedad
intelectual (de las patentes) es sencillo: se basa en las limitaciones al uso del
conocimiento.(5) No existen costes adicionales asociados al que una persona más se procure los
beneficios del conocimiento. Por tanto, la limitación del conocimiento es
ineficiente, si bien el sistema de patentes también concede un monopolio (temporal) del
poder que da lugar a enormes ineficiencias económicas. En los EE UU, los elevados precios
de los medicamentos los hacen particularmente costosos para las personas que no
tienen un seguro; en los países en desarrollo, las personas no se pueden permitir costear los
medicamentos de marca, pero pueden adquirir medicamentos genéricos. Las versiones
genéricas de los fármacos de primera línea para el SIDA, por ejemplo, han permitido
una reducción del 99% en los costes de los tratamientos desde el año 2000: de US$
10,000 a US$ 130 por año.(6)
|
Las personas que defienden y promueven la propiedad
intelectual argumentan que la protección es necesaria a fin de ofrecer incentivos
para la investigación. Pero las compañías farmacéuticas gastan mucho más en publicidad y
marketing que en investigaciones, y mucho más en la investigación de
medicinas para estilos de vida que en las medicinas que salvan vidas, y casi nada en las
enfermedades que afectan a países pobres, como la malaria. Y la razón de todo esto es
económica: las empresas orientan sus investigaciones hacia los campos en los que puede haber
beneficios, sin considerar el valor para la sociedad. Las personas pobres no pueden
pagar sus medicamentos y por ello no se emprenden investigaciones sobre las enfermedades
que les afectan, sin importar el coste social que ello tiene.
Existe además muy poca relación entre las recompensas en el
ámbito privado y los rendimientos sociales. Los fármacos diseñados en base a
las tendencias de consumo pueden ser muy rentables aún cuando su valor social sea
limitado. Este es el caso de las compañías que compiten en la carrera para ser las primeras
en el proyecto del genoma humano con el fin de obtener patentes de los genes como el
BRCA1 y el BRCA2 para la investigación en el cáncer de mama. El valor de estos
esfuerzos ha sido en realidad mínimo aunque es verdad que en este caso se adelantó en
algo más la producción de conocimientos. Sin embargo, además de la inútil
duplicación de las investigaciones, el coste social fue enorme y comprendió muchas cosas más. En
los EE UU, la empresa que tiene la patente de BRCA, Myriad Genetics, pondrá a la
venta las pruebas genéticas a un precio que supera los US$ 2,500, lo cual quiere decir
que muchas mujeres morirán a pesar de que podrían haber sido sometidas a esta prueba a
un precio más bajo al descubrir que estaban en riesgo, y podrían así haber tomado
las medidas apropiadas.(7)
Quienes defienden y promueven el comercio sostienen que la
Organización Mundial del Comercio (OMC) incluye flexibilidades que
permiten el acceso a los fármacos que salvan vidas mediante el recurso a una licencia
obligatoria. Pero estas disposiciones fueron diseñadas de manera que los gobiernos
lo tengan difícil para emitir dichas licencias. Si se trataba de permitir el acceso a los
medicamentos esenciales para los países en desarrollo, debieron haberse permitido
licencias para todos los medicamentos excepto para aquellos que no son esenciales.
Tailandia o Brasil fueron sometidos a grandes presiones por parte de EE UU cuando
propusieron emitir licencias obligatorias. (8) Además, para que los
gobiernos no se animaran a establecer unos criterios de concesión de patentes que equilibren los costes
y beneficios sociales, estos acuerdos comerciales permiten que terceros a título privado
demanden a los gobiernos ante la OMC (cuando en la gran mayoría de ámbitos sólo los
gobiernos pueden presentar demandas ante la OMC).
Las disposiciones sobre exclusividad de datos contenidas en
los acuerdos bilaterales son incluso peores en algunos aspectos, pues
restringen el uso de los datos de las compañías farmacéuticas (incluso cuando éstos han
sido generados a partir de investigaciones con financiación pública y/o ya publicados)
con el fin de validar su seguridad y eficacia. En este sentido, algunos acuerdos
comerciales parece que limitan el uso de la bioequivalencia. Si se puede demostrar que una
medicina genérica es equivalente a una medicina que ya ha sido aprobada, no existe
motivo alguno para no aprobarla también. Además, si una medicina demuestra su
seguridad y efectividad, surgen problemas éticos si se realizan pruebas en un
medicamento genérico equivalente frente a un placebo. De este modo, las disposiciones de
exclusividad de datos y otras relacionadas a ésta pueden alargar la vigencia efectiva de
una patente hasta por 10 años.
Pero a diferencia de las patentes, es imposible entablar una
demanda en los tribunales frente a la exclusividad de datos y existen
además preocupaciones por que la exclusividad de datos pudiera incluso bloquear la posibilidad
de cualquier demanda antes de que el plazo de la patente expire.
Estos afectos adversos de la liberalización comercial y de
los acuerdos comerciales sobre la salud son evitables. Son el resultado de
la manera en que hemos gestionado el comercio, potenciando los beneficios de las
compañías farmacéuticas en lugar de potenciar la salud de las personas en los países en
desarrollo. Como he propuesto junto con Robert Smith y otros colegas5,
es posible reformar los regímenes comerciales y la manera de financiar y fomentar la
investigación en medicamentos de un modo que comporte mejoras en salud e incluso reduzca los
costes.(5) y (9)
-
UN Development
Programme. Making global trade work for people. 2003.
http://www.boell.org/docs/UNDPTradeBook2003NEW.pdf
(consultado el 18/11/08).
-
Soekirman KD. Food and nutrition security and the economic
crisis in Indonesia. Asia Pacific J Clin Nutr 2008; 10
(suppl): S57–61.
-
Comisión Europea. Bilateral trade relations. http://ec.europa.eu/trade/issues/bilateral/index_en.htm
(consultado el 21/11/08).
-
Oficina del Representante de Comercio de los EE UU. Trade
agreements.
http://www.ustr.gov/Trade_Agreements/Section_Index.html (consultado
el 18/11/08).
-
Stiglitz JE. Making globalization work, New York: WW
Norton, 2006.
-
Médecins Sans Frontières. People not getting the
treatment they need to stay alive; newer aids drugs unaffordable
and unavailable. Nov 29, 2006. http://www.msfaccess.org/media-room/press-releases/pressreleasedetail/?tx_ttnews[tt_news]=21&cHash=e348dc88fb (consultado
el 21/11/08).
-
Matthijs G. Patenting genes. BMJ 2004; 329: 1358–60.
-
Anon. WHO cautions Thailand against issuing compulsory
license for Abbott’s antiretroviral Kaletra. Medical News Today. Feb 7, 2007 http:// www.medicalnewstoday.com/articles/62396.php
(consultado el 18/11/08).
-
Smith RD, Lee K,
Drager N. Trade and health: an agenda for action. Lancet 2009;
publicado online: Jan 22.
DOI:10.1016/S0140-6736 (08)61780-8.
Traducido por Enrique Góngora Padilla
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traducido por Enrique Góngora Padilla:
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