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 BOLETIN INFORMATICA & SALUD - Boletín del Consumidor de Medicamentos
ISSN-0121-4675 | Res.Min.Gob.0036/1991 | Año 20 Nro.38 de 2010 | Bogotá 13 a 19 de septiembre de 2010
Semanario Electrónico | Observatorio del Medicamento | Federación Médica Colombiana

Por su importancia y actualidad transcribimos la siguiente nota Editorial de la Revista ILADIBA

Guías de manejo modalidad inadecuada y excesivamente costosa de educación médica continua

En una reciente sesión solemne de la Academia Nacional de Medicina de Colombia el doctor Zoilo Cuellar Montoya, ex-presidente de la Corporación, al referirse a la Reforma de Salud del Sistema de Salud, hizo una muy apropiada alusión a las Guías de Manejo mal denominadas “basadas en la evidencia” (que en la inmensa mayoría de los casos no existe o es motivo de controversia y conflicto).

Pretender reducir el conocimiento médico a un paquete de normas, afines a las recetas de una obra de culinaria, es por decir la menos intonso o ignorante.

Las guías no deben o mejor no pueden ser más que otra referencia bibliográfica, parte del acervo de publicaciones revisadas en el proceso de generar un documento realmente incluyente sobre un tema médico sea de tipo básico o clínico.

El 99% de nuestras instituciones médicas desde los puestos de salud hasta muchos hospitales que pretenden ser “universitarios” carecen de bibliotecas físicas e inclusive virtuales.

Los profesionales, en buena medida por razones económicas y en muchos casos por la barrera del idioma, no poseen o reciben de manera periódica revistas y textos actualizados.

Como resultado, es doloroso reconocerlo, la mayoría de los profesionales en el “frente de batalla” y no en selectas torres de marfil, ejercen de manera empírica y sin medios de actualización y de educación continua.

Los congresos o seminarios son un privilegio de unos pocos con el ítem que la recordación de lo escuchado es muy baja (a lo sumo 15% a 6 meses).

Entonces, pretender que si se producen y se envían a los 350.000 profesionales de la salud del país 10, 20, 30, 50 o 100 “guías” se arregló el problema de la educación médica continua es una utópica falacia.

Para comenzar, para cubrir adecuadamente todas las enfermedades, procedimientos diagnósticos y terapéuticos y medicamentos se requieren no menos de 4000 “guías”.

Y quedaría por resolver el problema de los costos de producción y de mantenimiento de la actualidad de las guías.

Para calcular los costos reales de las guías debemos basarnos en la experiencia nacional e internacional que hemos conocido o vivido en los últimos 15 años.

Como avanzan las gestiones para que mediante un préstamo del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) el país compre las guías de NICE, el Instituto Nacional de Excelencia Clínica de Inglaterra y Gales, órgano gubernamental independiente pero adscrito al Servicio Nacional de Salud (NHS), comenzamos por revisar los costos de esas guías.

El NICE fue fundado en 1999 e inició labores un par de años más tarde. Tiene un equipo de productores, consultores y asesores que revisan la literatura médica universal. En otras palabras, nada secreto o especial que no pueda reproducirse. Es un modelo interesante pero replicable.

El propósito de NICE no es primordialmente educativo sino orientado a reducir costos al negar que medicamentos o procedimientos que no sean costo/eficientes sean cubiertos por el seguro médico nacional. Algo loable pero que quede claro: educar en el sentido amplio del vocablo no es el objetivo central. Mal podría serlo porque una guía de manejo o una guía de evaluación de tecnología tienen un espectro limitado.

NICE, expresó hace poco en un editorial la editora del BMJ, se ha convertido en un excelente negocio internacional para el gobierno británico, como lo ha sido en años recientes la BBC que exporta sus programas, tal como lo hacemos acá con las telenovelas. De allí el interés de venderle las guías a países sobre todo del tercer mundo.

De acuerdo con información provista por el Presidente de NICE Sir Michael Rawlins, en reunión en el BID en Bogotá el 22 de Septiembre pasado, NICE gasta 300.000 libras esterlinas por cada guía (unas sobre tecnología y otras sobre enfermedades) y ha producido 600 en 10 años. Las guías son actualizadas periódicamente a un costo adicional.

De manera que si adquirimos las guías al costo nominal deberíamos prestar para invertir algo así como mil millones de pesos por guía amén de quedar casados con las actualizaciones. Aceptemos que con generosidad nos otorgan descuentos especiales las 600 guías costarían varios centenares de miles de millones de pesos, como “cuota inicial” porque quedaríamos como clientes para las guías que vienen.

En las leyes de la reforma que hacen curso en el Congreso, se habla reiteradamente de un NICE adscrito al INS. Excelente si queda claro que el costo de producción debe ser muy limitado y no del tenor de los gastos que hemos hecho en Colombia en la última década.

Las guías de ISS/MinSalud y ASCOFAME (1996-1997) costaron algo así como 8 mil millones de pesos o unos mil millones de pesos de hace 10 años por guía. Y “duermen el sueño de los justos” en la página web de ASCOFAME sin que hayan sido actualizadas.

Las 3 guías que hizo el PARS (Plan de Apoyo a la Reforma de la Salud) de ingrata y costosa recordación (1998-2008) sobre Diabetes, Enfermedad Renal Crónica y Diálisis y SIDA, se financiaron con parte de los 63 millones de dólares de un préstamo del BID. No sabemos cuánto costó cada guía pero puede colegirse que el costo fue muy alto dada la inversión global. Tampoco han sido actualizadas.

Finalmente, el año pasado el Ministerio de Protección Social le entregó a COLCIENCIAS los ingresos del chance (ETESA) a un tenor de 30.000 millones de pesos cada año para que “administrara” esos fondos con destino a la preparación de un nuevo contingente de guías de manejo basadas en la evidencia (las que en los decretos-leyes de la Emergencia Social iban a ser de obligatoria obediencia a riesgo de multas y cárcel).

Las primeras guías tuvieron un costo de 500-750 millones de pesos, incluyendo la primera, una guía para preparar las guías. De seguir ese plan el costo global de guías tipo NICE sería de 400.000 a 500.000 millones de pesos sin contar las actualizaciones anuales.

Tanto las guías foráneas como NICE y las guías criollas o mestizas tienen o han tenido un costo insólito e inadmisible para un país pobre como Colombia. No solo son inadecuadas, por las razones expuestas, sino exorbitadamente costosas.

La solución está a la mano en modelos desarrollados y experimentados en planes piloto nacionales (incluyendo sitios remotos) de publicaciones periódicas (portales) para profesionales y para la comunidad y en cursos virtuales integrales con tecnología multimedial de punta, desarrollados a un costo que representa una mínima fracción de las cifras citadas.

La educación médica continua debe basarse en publicaciones digitales o electrónicas de actualización permanente que coloquen al profesional en el ámbito científico internacional, ajustado a nuestra realidad y en cursos integrales, con metodología de educación virtual del adulto (constructivismo) sobre infinidad de temas y utilizando multimedia e interactividad.

Ninguna institución u organización puede arrogarse la capacidad de producir esos materiales en todos los campos y para todos los profesionales y estudiantes de la salud. Pretender que puede hacerlo es arrogancia fruto de ignorancia e inexperiencia.

Para desarrollar el tipo de programas de educación médica continua que el país requiere hay que contar con múltiples grupos o equipos conformados por redactores, editores, diagramadores, ilustradores, ingenieros de sistemas y de multimedia y de asesores-expertos en las diferentes disciplinas.

El sistema de salud debe asumir los costos de la producción de esos contenidos y facilitar que lleguen a todos los profesionales quienes, a su vez, deben estar obligados a demostrar su buen uso, adopción y aplicación.

La manera ideal de verificar el buen uso de la educación médica continua es mediante créditos de educación continua, válidos para la recertificación periódica, administrada y otorgada por el Estado. Así lo están haciendo muchos países y para otros, como la Comunidad Europea, es motivo de preocupación en el momento.

Como requisito sine qua non los costos deben ser morigerados y acordes con la realidad de un país pobre, con recursos económicos limitados.

Los profesionales y las organizaciones participantes en la educación continua deben dar ejemplo de modestia y no esperar que esa educación sea una mina de oro como lo ha sido hasta ahora cuando el mecenazgo, que han recibido unos pocos, ha estado en manos de multinacionales con intereses económicos en la educación.

En la nueva era se trata de educar masivamente a costos asequibles. Todo quien demuestre que puede hacerlo bien que lo haga.

Jorge E. Maldonado MD, PhD, FACP
Editor Publicaciones ILADIBA

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